4 de abril de 2025.
Autor: Daniel López StefoniEl interés y debate sobre la Educación Superior se ha instalado desde hace mucho tiempo, casi exclusivamente, en el financiamiento público y privado en un contexto de oferta -demanda con fuertes niveles de competencia entre las instituciones. Sin negar su sentido práctico, es necesario considerar también otros escenarios inminentes que aconsejan enfrentarlos con el tiempo necesario. Entre ellos, la llamada “crisis demográfica”. Informes internacionales recientes revelan que Chile es el segundo país latinoamericano con más población en edad de jubilación, la cual casi se duplicará en términos relativos en el próximo cuarto de siglo. Sólo en los últimos 14 años la diferencia entre nacimientos y defunciones ha caído nada menos que diez veces y se prevé que solo en un par de años existirán cifras negativas. Los más de 18 millones que informa el último censo retrocederán significativamente en algunos pocos decenios. El tema tiene consecuencias económicas y abre la necesidad de entender sus causas. Pero, a la vez, tendrá un impacto directo en las universidades. Si bien ha existido hasta ahora una demanda por estudios superiores de tendencias crecientes lo cual sigue alentado mayores ofertas de carreras y de programas, la variable obvia es la cantidad de habitantes en condición de realizar estudios en la Educación Superior. Puesto en términos actuales se requieren estudiantes suficientes para financiar las instituciones y cada uno sus diversos programas formativos. En solo un par de décadas las tácticas exitosas de hoy, ya no lo serán y pasarán a ser un serio problema.
El pensar en este y otros temas y actuar en consecuencia, desafía a las capacidades universitarias con complejidades que van más allá del CAE y FES. Los tiempos en el devenir de las universidades necesitan de miradas más allá de la inmediatez y poder ser asumidos con la oportunidad necesaria puesto que significan modificaciones sustantivas de las estrategias actuales.